TEMA 8



COMENTARIO DE TEXTO 








REALISMO Y NATURALISMO



Es posible que ya no recordéis los billetes de 1000 pesetas. 

El personaje que aparecía en el anverso del billete era Benito Pérez Galdós, uno de los más grandes novelistas de la literatura española y el mejor representante en España del movimiento literario que llamamos Realismo.
Este movimiento literario surgió en la segunda mitad del siglo XIX y ha dado algunos de los más brillantes escritores de la literatura mundial. Muchos los conoceréis “de oídas”, aunque no sepáis nada de ellos. Estoy seguro. ¿A que os suenan los nombres de Galdós, Balzac, Dickens, Flaubert, Dostoyevski, Tolstoi?
Estos autores han escrito algunas de las obras más importantes de la literatura universal como El idiota, Crimen y castigo, Los hermanos Karamazov, Guerra y paz , Ana Karenina, David Copperfield, Cuento de Navidad , Oliver Twist, Madame Bovary

En esta unidad didáctica vamos a conocer este movimiento literario, los principales escritores realistas españoles (Galdós y Clarín) y sus características a través del comentario del cuento “El indulto” de Pardo Bazán.

Para ello, debéis leer el cuento y realizar las actividades que os adjunto



CUENTO

“El indulto” de Emilia Pardo Bazán


ACTIVIDADES


EL INDULTO” de Emilia Pardo Bazán.

ACTIVIDADES

1.1.   Tema del texto.
1.1.1.     Subtemas que también aparecen
1.2.   Contesta.

1.2.1.     ¿Te parece que los hechos descritos están basados en la realidad? Explícalo.
1.2.2.     ¿Qué aspectos de la realidad social pretende criticar  la autora? Razona tu respuesta con ejemplificaciones del texto.
1.2.3.      ¿Crees  que el tema es actual a comienzos del sigloXXI? Explica tu respuesta.

1.3.   Después de leer el cuento, debes explicar estos enunciados . En los que llevan asterisco, utiliza también enunciados  extraídos del texto.

1.3.1.     “Los  protagonistas y ambientes son creíbles”
1.3.2.      “Los autores aprovechan para dar denunciar hechos”
1.3.3.      “El narrador es  omnisciente”*
1.3.4.     “ Los hechos están narrados de  forma lineal o cronológica”
1.3.5.      “Los personajes se expresan de acuerdo a su condición social”*
1.3.6.     “ Los personajes reflejan conflictos de la vida real”
1.3.7.     “La mujer cobra un especial protagonismo”







BENITO PÉREZ GALDÓS: FORTUNATA Y JACINTA. Fragmento


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Se consideraba Fortunata en aquel caso como ciego mecanismo que recibe impulso de sobrenatural mano. Lo que había hecho, hacíalo, a juicio suyo, por disposición de las misteriosas energías que ordenan las cosas más grandes del universo, la salida del Sol y la caída de los cuerpos graves. Y ni podía dejar de hacerlo, ni discutía lo inevitable, ni intentaba atenuar su responsabilidad, porque esta no la veía muy clara, y aunque la viese, era persona tan firme en su dirección, que no se detenía ante ninguna consecuencia, y se conformaba, tal era su idea, con ir al infierno.
«Esto de alquilar la casa próxima a la tuya—dijo Santa Cruz—, es una calaverada que no puede disculparse sino por la demencia en que yo estaba, niña mía, y por mi furor de verte y hablarte. Cuando supe que habías venido a Madrid, ¡me entró un delirio...! Yo tenía contigo una deuda del corazón, y el cariño que te debía me pesaba en la conciencia. Me volví loco, te busqué como se busca lo que más queremos en el mundo. No te encontré; a la vuelta de una esquina me acechaba una pulmonía para darme el estacazo... caí».
— ¡Pobrecito mío!... Lo supe, sí. También supe que me buscaste. ¡Dios te lo pague! Si lo hubiera sabido antes, me habrías encontrado.
Esparció sus miradas por la sala; pero la relativa elegancia con que estaba puesta no la afectó. En miserable bodegón, en un sótano lleno de telarañas, en cualquier lugar subterráneo y fétido habría estado contenta con tal de tener al lado a quien entonces tenía. No se hartaba de mirarle.
 « ¡Qué guapo estás!».
— ¿Pues y tú? ¡Estás preciosísima!... Estás ahora mucho mejor que antes.
— ¡Ah!, no—repuso ella con cierta coquetería—. ¿Lo dices porque me he civilizado algo? ¡Quiá!, no lo creas: yo no me civilizo, ni quiero; soy siempre pueblo; quiero ser como antes, como cuando tú me echaste el lazo y me cogiste.
— ¡Pueblo!, eso es—observó Juan con un poquito de pedantería—; en otros términos: lo esencial de la humanidad, la materia prima, porque cuando la civilización deja perder los grandes sentimientos, las ideas matrices, hay que ir a buscarlos al bloque, a la cantera del pueblo.
Fortunata no entendía bien los conceptos; pero alguna idea vaga tenía de aquello.
«Me parece mentira—dijo él—, que te tengo aquí, cogida otra vez con lazo, fierecita mía, y que puedo pedirte perdón por todo el mal que te he hecho...».
Quita allá... ¡perdón!—exclamó la joven anegándose en su propia generosidad—. Si me quieres, ¿qué importa lo pasado?
En el mismo instante alzó la frente, y con satánica convicción, que tenía cierta hermosura por ser convicción y por ser satánica, se dejó decir estas arrogantes palabras:
«Mi marido eres tú... todo lo demás... ¡papas!».
Elástica era la conciencia de Santa Cruz, mas no tanto que no sintiera cierto terror al oír expresión tan atrevida. Por corresponder, iba él a decir mi mujer eres tú; pero envainó su mentira, como el hombre prudente que reserva para los casos graves el uso de las armas.



COMENTARIO

Ten en cuenta que se trata de un texto narrativo, por lo que tendrás que atender a elementos que no suelen aparecer en la poesía lírica (tipo de narrador, personajes, tiempo y espacio). Por el contrario, no hay comentario métrico, aunque sí del estilo.

LOCALIZACIÓN

Se trata de un fragmento de la novela “Fortunata y Jacinta”, de Benito Pérez Galdós, autor enmarcado en el realismo, movimiento literario de la segunda mitad del siglo XIX que dio sus mejores frutos precisamente en el género novelístico. Dentro de la producción de Galdós, quizá uno de los mejores narradores y de los más prolíficos de la literatura española, la obra se sitúa entre sus “novelas españolas contemporáneas”. Así llamó el propio autor a sus obras escritas a partir de “La desheredada”, en las que logra crear personajes con mucha fuerza y maneja el lenguaje con maestría, como se puede apreciar en el texto elegido, que pertenece al capítulo 7, con el que se cierra la segunda parte de las cuatro que tiene la novela.

TEMA

El reencuentro de dos amantes: Fortunata, una muchacha humilde, y Juanito Santa Cruz, un señorito casado.

RESUMEN

El texto reproduce un diálogo entre infantil y pretencioso que tiene lugar cuando Fortunata y Juan Santa Cruz se reencuentran tras un tiempo sin poder verse. En la sala de una casa alquilada por el joven para estar cerca de su amante, reconocen ambos su deseo de permanecer juntos, si bien la intensidad del sentimiento amoroso parece en la mujer irrefrenable, hasta el punto de desafiar la moral establecida y sus propias creencias, y más tibia en el galán, que utiliza grandes palabras pero huye del compromiso.

ESTRUCTURA

El fragmento consta de varios párrafos entre los cuales encontramos texto del narrador (con él se abre y se cierra, además de aclaraciones y observaciones intercaladas en el diálogo) e intervenciones de los personajes en estilo directo.

En el primer párrafo (líneas 1-9) el narrador explica, en tercera persona, cómo Fortunata justifica sus actos achacándolos a una forma de actuar irreflexiva, fruto de una especie de destino incuestionable. Sabe que su conducta carece de moral y asume su culpa.

Líneas 10 a la 19: diálogo en el que los personajes conversan sobre sus desencuentros anteriores. Santa Cruz le explica su desesperación al no encontrarla y ella justifica su ausencia.

Líneas 20-24: texto del narrador y discurso indirecto libre. Fortunata observa la estancia y piensa en la intensidad de los sentimientos que en ella despierta Juanito.

Líneas 25-38: se retoma el diálogo. Los jóvenes se alaban mutuamente y después hablan acerca de la condición social de Fortunata, sólo que desde diferente perspectiva: la chica se reconoce ineducada pero orgullosa de ser como es, mientras Santa Cruz intenta ensalzar su figura de una forma artificial, mediante conceptos elevados que, como asegura el narrador, ella no llega a entender.

Líneas 39-51: de nuevo palabras de amor y perdón entre ambos. El narrador (líneas 43-45), con cierta ironía, intercala sus apreciaciones sobre Fortunata, que acaba presentándose ante su amante como absolutamente dependiente de él, por cuanto nada más le interesa en la vida. Por último, el narrador valora la postura cobarde e hipócrita del seductor ante el atrevimiento de la mujer.

ELEMENTOS DE LA NARRACIÓN

TIPO DE NARRADOR

Se trata de un narrador en tercera persona, omnisciente: presenta la situación desde fuera, sin participar como personaje ni como testigo directo, pero conoce lo que piensan y sienten los personajes, sobre cuyas actitudes se permite hacer valoraciones:
“Se consideraba Fortunata en aquel caso como ciego mecanismo…”
“… pero la relativa elegancia con que estaba puesta no la afectó. En miserable bodegón…”
“Elástica era la conciencia de Santa Cruz, mas no tanto que…”

PERSONAJES

En este caso intervienen dos de los protagonistas de la novela, que Galdós nos presenta mediante las observaciones que de ellos hace el narrador y a través de su lenguaje y comportamiento:

Fortunata es una joven humilde, con una educación deficiente (“¿Lo dices porque me he civilizado algo? ¡Quiá! No lo creas…”), orgullosa de su clase, pese a ello (“soy siempre pueblo; quiero ser como antes, como cuando tú me echaste el lazo…”), y absolutamente entregada a su amor por Santa Cruz (“Mi marido eres tú… todo lo demás… ¡papas!”)  hasta el punto que la hacen desentenderse de sus prejuicios morales (“y se conformaba, tal era su idea, con ir al infierno”). Fortunata se enfrenta a la moral dominante, bastante férrea en la España decimonónica. Antepone su felicidad a las convenciones sociales; incluso entiende “civilizarse” como un hecho negativo que la haría perder su espontaneidad, aburguesarse.

Santa Cruz se nos muestra como el típico señorito acaudalado (se permite alquilar una casa para tener cerca a la chica), atractivo y conocedor de su capacidad de seducción. De hecho, Fortunata alaba su aspecto y él, por su parte, sabe jugar con las palabras para mantenerse ante ella querido e inalcanzable a la vez. Tan pronto se expresa de forma que la chica apenas logra entenderlo como coquetea con ella mediante un registro más coloquial: “lo esencial de la humanidad, la materia prima, porque cuando la civilización…”, “Me parece mentira que te tengo aquí, cogida otra vez con lazo, fierecita mía…”. Pero además, Galdós se sirve de la fina ironía para diseccionar la figura de Juanito: a diferencia de Fortunata, que, según el narrador, actúa como lo hace porque se ve arrastrada por “misteriosas energías que ordenan las cosas más grandes del universo”, su amante maneja su vida y sus sentimientos según le conviene, como se aprecia en el último párrafo. Es un personaje mucho menos fresco y espontáneo que Fortunata, un hombre convencional e hipócrita.




LENGUAJE Y ESTILO

Como es habitual en esta etapa, el mayor mérito del escritor es adecuar el lenguaje al personaje que lo usa: son los llamados “diálogos veristas”. Pero no sólo en función de su clase social y sus conocimientos, sino también de su diferente temperamento. Apreciamos diferencias entre el tono natural y espontáneo de Fortunata, en cuyas expresiones encontramos rasgos propios del registro coloquial (interjecciones que intensifican la negación - ¡quiá!, Quita allá, ¡papas! – diminutivos apreciativos - ¡pobrecito!- entonación exclamativa, frases hechas - ¡Dios te lo pague!, Me echaste el lazo, - formas intensificadoras - ¡Qué guapo estás!), y el uso de Santa Cruz que, aun siendo también coloquial en el proceso de seducción amorosa, se caracteriza por el empleo de vocablos abstractos (demencia, delirio, furor – véase la intensidad amorosa que pretende dar a entender- civilización, humanidad, ideas matrices…) e incluso metáforas: la cantera del pueblo, darme el estacazo… Un registro, pues, más retórico, incluso algo relamido.

No olvidemos que los que hablan son, en todo caso, dos enamorados, de ahí los diminutivos, las exclamaciones, las expresiones pueriles.

En el texto del narrador cabe señalar sus observaciones irónicas, a veces sustentadas en metáforas y símiles: “pero envainó su mentira, como el hombre prudente que reserva para los casos graves el uso de las armas”.

Dentro de las TÉCNICAS NARRATIVAS, además del ya mencionado narrador omnisciente, destacamos el empleo de diferentes puntos de vista: por ejemplo, cuando se describe la sala, se hace desde la perspectiva de Fortunata. Esta “cesión” del foco llega en algún momento a convertirse en estilo indirecto libre (líneas 8-9, líneas 21-24).

En cuanto al ESTILO, recordemos que la novela realista huye de la retórica innecesaria. Se busca una prosa exacta, no engolada ni ornamental. De hecho, las figuras empleadas (algunas metáforas, ya mencionadas, alguna hipérbole – “anegándose en su propia generosidad” – algún símil – “como el hombre prudente que…”-, algún hipérbaton – “En miserable bodegón, en un sótano…”) tienen como propósito precisar actitudes y sentimientos, en esa observación minuciosa de la realidad tan querida por los novelistas del Realismo.


RELACIÓN DEL TEXTO CON SU CONTEXTO

Se pueden apreciar diversos RASGOS REALISTAS / NATURALISTAS en este fragmento. Mencionaremos los más destacables:

(Podéis obtenerlos del comentario, una vez hecho; si ya habéis mencionado ejemplos a lo largo del mismo, no es necesario volverlos a citar aquí)

§  Ya por el hecho de estar ante un fragmento de una novela, nos movemos en el terreno preferido por los realistas. Es la novela el mejor género para diseccionar la sociedad de su tiempo, en especial la clase media enriquecida, representada por Juanito Santa Cruz.

§  El propósito de crítica social, desde una perspectiva ideológica progresista en el caso de Galdós, se aprecia en la forma de ironizar acerca del comportamiento del don Juan, falso y pedante.

§  La preferencia por el narrador omnisciente, habitual en muchas novelas de la época y del propio Galdós.

§  El uso magistral de los diálogos, en los que se reproduce el habla adecuándola al tipo de personaje, es uno de los rasgos fundamentales del realismo galdosiano. Sobre todo destaca la soltura con que se reproduce el registro coloquial.

§  La observación y descripción minuciosa de la realidad. En el fragmento que nos ocupa predomina la etopeya sobre la prosopografía: son los propios personajes los que ensalzan mutuamente su aspecto físico; es el narrador quien analiza su comportamiento.

§  El estilo sencillo y sobrio, que huye de la retórica.



Por otra parte, pese a la deseada objetividad del relato realista, a Galdós le resulta inevitable mostrar su cercanía con los personajes más desfavorecidos, aunque, como en este caso, se trate de una mujer atrevida y que propicia un adulterio. Fortunata es espontánea, fresca, apasionada y sufridora, lo que la convierte, a los ojos del narrador, en un personaje mucho más interesante que el pedante de Juanito Santa Cruz.



LEOPOLDO ALAS “CLARÍN”: LA REGENTA. Fragmento

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Echó a correr monte arriba.

« ¡Pero ese hombre está loco!», pensaba Quintanar, que le seguía jadeante, con un palmo de lengua colgando y a veinte pasos otra vez.

El Magistral procuraba orientarse, recordar por dónde había bajado pocas horas antes de la casa del leñador. Se perdía, confundía las señales, iba y venía... y don Víctor detrás, librándose de las arañas como de leones, de sus hilos como de cadenas.

«Lo mejor es subir por la máxima pendiente, ello está hacia lo más alto... pero arriba hay meseta, vaya usted a buscar...».

Se detuvo. Como si nada hubiera dicho don Víctor, con cara amable y voz dulce y suplicante advirtió:

–Señor Quintanar, si queremos dar con ellos tenemos que separarnos; hágame usted el favor de subir por ahí, por la derecha...

Don Víctor se negó, pero el Magistral insistiendo, y con alusiones embozadas al miedo positivo de su compañero, logró picar otra vez su amor propio y le obligó a torcer por la derecha.

Entonces, en cuanto se vio solo, De Pas subió corriendo cuanto podía, tropezando con troncos y zarzas, ramas caídas y ramas pendientes... Iba ciego; le daba el corazón, que reventaba de celos, de cólera, que iba a sorprender a don Álvaro y a la Regenta en coloquio amoroso cuando menos. « ¿Por qué? ¿No era lo probable que estuvieran con ellos Paco, Joaquín, Visita, Obdulia y los demás que habían subido al bosque?». No, no, gritaba el presentimiento. Y razonaba diciendo: don Álvaro sabe mucho de estas aventuras, ya habrá él aprovechado la ocasión, ya se habrá dado trazas para quedarse a solas con ella. Paco y Joaquín no habrán puesto obstáculos, -447- habrán procurado lo mismo para quedarse con Obdulia y Edelmira respectivamente. Visitación los habrá ayudado. Bermúdez es un idiota... de fijo están solos. Y vuelta a correr cuanto podía, tropezando sin cesar, arrastrando con dificultad el balandrán empapado que pesaba arrobas, la sotana desgarrada a trechos y cubierta de lodo y telarañas mojadas. También él llevaba la boca y los ojos envueltos en hilos pegajosos, tenues, entremetidos.

Llegó a lo más alto, a lo más espeso. Los truenos, todavía formidables, retumbaban ya más lejos. Se había equivocado, no estaba hacia aquel lado la cabaña. Siguió hacia la derecha, separando con dificultad las espinas de cien plantas ariscas, que le cerraban el paso. Al fin vio entre las ramas la caseta rústica... Alguien se movía dentro... Corrió como un loco, sin saber lo que iba a hacer si encontraba allí lo que esperaba..., dispuesto a matar si era preciso... ciego...

– ¡Jinojo! que me ha dado usted un susto... –gritó don Víctor, que descansaba allí dentro, sobre un banco rústico, mientras retorcía con fuerza el sombrero flexible que chorreaba una catarata de agua clara.

– ¡No están! –dijo el Magistral sin pensar en la sospecha que podían despertar su aspecto, su conducta, su voz trémula, todo lo que delataba a voces su pasión, sus celos, su indignación de marido ultrajado, absurda en él.










COMENTARIO

TEMA

La búsqueda infructuosa de Ana Ozores por parte de su marido y el magistral.

RESUMEN

El fragmento recoge la desesperación de don Fermín de Pas, Magistral de Vetusta, al no encontrar a Ana Ozores, a la que suponía a solas con Álvaro Mesía, su rival. Se describen las actitudes opuestas y sorprendentes de don Víctor, marido de Ana, y el propio Fermín durante la búsqueda por el monte: moderada y tibia, la del primero; obsesiva y angustiada la del segundo.

ESTRUCTURA

El texto se presenta dividido en once párrafos de diferente extensión. En ellos se alternan el texto del narrador –que recoge los pensamientos de Fermín- y las intervenciones de los personajes, en estilo directo. De todos ellos el párrafo más largo es el octavo (“Entonces, cuando se vio solo…”), que recoge los pensamientos del Magistral, cuya desesperación es, en realidad, el motivo temático fundamental del fragmento.

Líneas 1-13: Se inicia la búsqueda. En estas líneas se describe lo intrincado del camino y se nos dan a conocer las diferentes posturas del esposo y el confesor ante la desaparición de Ana. Es el sacerdote quien dirige las operaciones, pese a no saber realmente por dónde buscar, mientras don Víctor se muestra sorprendido y a duras penas lleva el ritmo de su compañero, quien al final logra deshacerse de él enviándolo por otra senda.

Líneas 14-24: Ya en soledad, Fermín no tiene que disimular su zozobra: está desesperado porque teme que Ana esté siendo enamorada por don Álvaro. Contrasta la lucidez de su razonamiento con lo atropellado de su proceder. Destaca la minuciosa descripción de su aspecto, que resulta casi cómico.

Líneas 25-35: Don Fermín llega a lo más alto del monte, no encuentra a la Regenta, oye ruidos en la cabaña, irrumpe en ella enloquecido y asusta así a don Víctor, que se hallaba en ella descansando. El Magistral se muestra indignado, sin reparar en lo sospechoso de su conducta.


TIPO DE NARRADOR. TÉCNICAS NARRATIVAS

Se trata de un narrador en tercera persona, omnisciente, tan del gusto de los escritores realistas. El narrador conoce los pensamientos más íntimos de los personajes, tal como se aprecia en todo el texto, fundamentalmente en el párrafo ocho.

Además del texto del narrador (El Magistral procuraba orientarse, recordar por dónde…), encontramos estilo directo (“¡Pero este hombre está loco!”, pensaba Quintanar; - Señor Quintanar, si queremos dar con ellos…, etc.) y estilo indirecto libre, que aproxima la perspectiva del narrador a la del propio personaje, indagando más profundamente en sus reflexiones: “¿Por qué? ¿No era lo probable que estuvieran con ellos Paco, Joaquín, Visita, Obdulia y los demás que habían subido al bosque?”


PERSONAJES

Además de los aludidos, que no llegan a intervenir (la propia Ana, Obdulia, Joaquín, etc.), en el texto hay dos personajes:

Don Víctor Quintanar, esposo de Ana Ozores. Se presenta como un hombre tranquilo que se ve superado por las circunstancias. Se deja arrastrar por Fermín, sin llegar a comprender el motivo de su prisa y de su rabia. En algún momento nos puede parecer un hombre débil, sin carácter, víctima de su propia bondad.

Don Fermín de Pas: vehemente, celoso, colérico y apasionado. Su inquietud, su nerviosismo se muestran en sus acciones (iba y venía, se perdía, confundía las señales…). Pero es capaz de disimular su desasosiego para librarse de don Víctor, presentar una cara amable y una voz “dulce y suplicante”, con lo que apreciamos su hipocresía, su capacidad de manipulación. Sabe ser frío, pues, cuando es preciso para obtener sus fines. Es tenaz, hábil y astuto (aludiendo al miedo hace que don Víctor actúe como a él le conviene), pero su propia pasión lo ofusca, su excitación le quita eficacia y le hace comportarse como un loco enajenado e impulsivo. Hay un obstáculo para sus deseos: su condición de eclesiástico, simbolizado este obstáculo en su balandrán, que no le permite moverse con libertad.

Clarín se sirve, pues, de varios procedimientos para presentarnos a sus personajes:

Sus pensamientos, sus reflexiones. En el caso de Fermín, personaje más importante del fragmento y a quien dedica especial atención; por ello su caracterización es más profunda. Es un personaje más complejo que Víctor.

Sus intervenciones: apreciamos en ellas la inocencia del esposo y la falsedad, la doblez y la astucia de Fermín.

La descripción de su aspecto se convierte en símbolo de su personalidad: encontramos a un sacerdote que no se arredra ante ningún obstáculo en su camino hasta la mujer que desea y lo descubrimos precisamente en su lucha por alcanzar lo alto del monte pese a las dificultades del camino y a su propia vestimenta, que dificulta su avance.


LENGUAJE Y ESTILO

Con su forma de narrar, Clarín logra crear un magnífico retrato de De Pas, en contraste con el inocente Quintanar, a la vez que consigue dotar de cierta intriga al fragmento, con indicios que suscitan la curiosidad del lector por saber si el sacerdote verá confirmadas sus sospechas.

El primer objetivo, el retrato realista, se logra mediante la adjetivación precisa (jadeante, ciego; los ojos envueltos en hilos pegajosos, tenues…) aunque no muy abundante, que se completa con símiles y metáforas clarificadores, y la narración de las acciones (se perdía, confundía señales, iba y venía…; subió corriendo, tropezando con troncos…), arrebatadas y confusas, como su propio pensamiento.

Para generar la intriga se sirve de los verbos, que muestran acciones sucesivas mediante los matices aspectuales: echó a correr, subió corriendo, siguió, corrió… Llegó, se había equivocado. También mediante la suspensión en el momento culminante, reforzada por el uso de puntos suspensivos. Veamos que la situación ridícula en que queda don Fermín al final es mayor cuanto más notable había sido la expectación previamente creada, por lo que también la intriga contribuye a perfilar la figura del Magistral.

En cuanto al registro empleado, se trata de un uso culto, en general, salpicado de algunas expresiones coloquiales, típicas de personajes en situación de confianza: “vaya usted a buscar”, ¡Jinojo! El propio narrador se aproxima al sentir de sus personajes con fórmulas de este tipo: “con un palmo de lengua colgando”, “le daba el corazón”.

Como es característico de la novela realista, los recursos literarios no son nunca mero ornamento, sino que contribuyen a la descripción minuciosa de ambientes y personajes. Así ocurre con la hipérbole y los símiles hiperbólicos (un palmo de lengua colgando, el corazón que reventaba de celos, las espinas de cien plantas ariscas, el sombrero flexible que chorreaba una catarata de agua clara, librándose de las arañas como de leones, de sus hilos como de cadenas), que inciden en lo dificultoso de la búsqueda. La enumeración es otra de las fórmulas descriptivas, donde se procede por acumulación: de acciones (se perdía, confundía señales, iba y venía; tropezando sin cesar, arrastrando con dificultad el balandrán) o de rasgos (su aspecto, su conducta, su voz trémula, todo lo que delataba a voces su pasión, sus celos, su indignación de marido ultrajado).

Cabe señalar, por último, el recurso al simbolismo, ya mencionado:

-      Las dificultades y peligros que entraña el camino, hiperbólicamente descritos, no son sino reflejo simbólico de los que De Pas ha de hallar en su deseo de conseguir el amor de Ana: ella está casada y él es sacerdote.

-      El atuendo del Magistral está enlodado, mientras del sombrero de Quintanar chorrea “una catarata de agua clara”. Personaje moralmente reprobable el primero y cándido e inocente, el segundo.

RELACIÓN DEL TEXTO CON SU CONTEXTO

Señalaremos, por último, para concluir, algunos propios de la novelística realista y, en este caso, de Leopoldo Alas, Clarín:

-      El narrador omnisciente.
-      La minuciosa descripción de personajes y ambientes: en este caso, además, perfectamente enlazadas ambas.
-      La caracterización psicológica de los personajes.
-      La sobriedad en el estilo, exento de alardes ornamentales.

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Convendría que, en lugar de mostrarlos en una enumeración (como acabo de hacer para que los veas más claramente), redactes una conclusión en la que los puedes mencionar. 

LITERATURA Y CINE


Literatura y cine en La Regenta, de Leopoldo Alas "Clarín".


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